Es otra cosa. Esto es otra cosa.
Se hizo de noche pasando las páginas digitales de Hamnet, una novela que reunió muchas de las cosas que vengo pensando.
Esto no es una reseña, es otra cosa. Es la bitácora de sensaciones que tengo ahora, después de haber terminado un libro que obró en mí. No quiero decir (solamente) lean este relato, no es para cualquiera.
Ayer, después de escuchar este programa (ahora se dice podcast, Jesi)
me desperté con esta pregunta: ¿Porqué, si todo es mente, no tenemos palabras que todo lo abarquen? El sistema de organización mental y conceptual de la realidad es basto, no estoy diciendo nada nuevo. Y sé también que mente no es igual a palabras, que tenemos un conocimiento silencioso que las prescinde íntegramente, a ellas, que pueden tanto más en sus combinaciones atípicas, en una forma de organizarlas y disponerlas para decir lo que por sí mismas no pueden.
Se entiende. La literatura, la poesía.
Es la alquimia de la que habla Agnes, protagonista de la novela de O´Farrell, cuando descubre al fin lo que hace su marido tanto tiempo con una hoja y una pluma con tinta. Y además ese mismo descubrimiento se nos presenta a nosotros, lectores, vivo, es decir, vital. Real, palpable, verdadero, imposible. Nada que se pueda sintetizar en una palabra ni en una frase.
Nunca será basto el lenguaje porque el universo es infinito y más del 99% es un misterio absoluto. Dentro y fuera somos interminables, incognoscibles.
Pero a veces nos encontramos tan ínfimos frente a él, el universo, que viene bien dar vuelta la media, ver qué hay adentro.
Me preguntaba cómo puede ser que confíe tanto en la vida y no tanto en mí, si al fin y al cabo yo soy vida, soy la parte de la vida que me toca conocer en profundidad, mi científica personal. Investigo desde la rama que mejor me calza pero el área sigo siendo yo.
Gise me dio esta imagen: no soy yo con vida propia dentro sobre un globo. Soy yo, con vida dentro, inmersa en más vida, que es esta gata y este árbol y ese sol, y mi vecino que ahora cena tranquilo pero hace un rato puteaba a su hijo, y este mate calentito con una yerba que alguien cuidó y la bombilla forjada. No tengo que crear todo yo, sino aceptar que el globo vivo este hace mucho por mí, y entrar al equilibrio que se da cuando, además de tomar, doy/soy en igual medida.
Soy la conciencia universal para mis células, que ni se imaginan que exista un mundo como este, con cines y abrelatas.
Mi piel delimita un yo, dotado de energía psíquica que no es más que energía cósmica universal pero dentro. Eso es la subjetividad, transformarla en conciencia o devolverla vacía es lo único que podemos hacer.
En fin, que la novela es una especie de relato histórico ficcionalizado sobre la creación de Hamlet, la tragedia de Shakespeare, y narra lo inenarrable no para darle palabras sino para transformarlo en eso, en una pepita de oro, en un tesoro que ahora veo y tengo y puedo usar para saber mejor quién soy, en algo que estaba adentro mío y no sabía. Pero ahora recuerdo.